No quiero sexo, quiero escena
A veces el cuerpo grita, pero no para que lo toquen. Para que lo escuchen.
Hola, people.
Hoy no vengo desde el fuego. Vengo desde el cuerpo… pero de otro modo.
Últimamente, varios chicos me han dicho que quieren sexo conmigo. Líos. Morbo. Cuerpos cruzados por un rato y luego, a otra cosa.
Y no me parece mal. O sea, qué bien que lo sepan y lo digan. Pero yo no estoy ahí ahora. Y en cuanto lo digo, algunos desaparecen. Ya no quieren ser parte de esta historia si no hay clímax inmediato. Y yo… solo quería compartir esto. Porque me pasa.
Porque me gustaría que hubiera más personas que, si no hay deseo, al menos deseen quedarse a conversar.
A formar un vínculo que no pase (solo) por la carne.
No estoy triste. No estoy roto. Pero me he quedado pensando.
He pasado por algunas rachas difíciles, afectivas, emocionales. Y ahora no tengo ganas de acostarme con alguien que no me vea entero. No quiero sexo desde la frialdad, desde el automatismo. No quiero cuerpos que se rozan pero no se reconocen.
Claro que me gusta el gamberreo, me sigue dando morbo. Pero ya no me llena. Ese deseo de ser travieso y quedar para follar, a veces aparece… pero después me siento vacío. Y vienen las rayadas.
El otro día, dos chicos dejaron de hablarme.
Querían sexo. Yo no. Y se fueron.
Lo agradezco, en realidad. Al menos fueron claros. Pero algo en mí se encoge.
No es drama. No es tristeza. Es una reflexión.
Un “me gustaría que fuera distinto”.
Yo no uso el cuerpo solo para el placer. Lo uso para el arte. Para comunicar. Para enseñar.
Y cada vez más, siento que también hay que educar en el deseo. En la exposición. En el “cómo” nos miramos y nos tratamos.
En teatro, siempre lo digo: no es lo que haces en escena, es lo que provocas.
Y en la vida íntima, igual. No quiero quedarme solo en el gesto. Quiero que lo que hagamos también diga algo. También enseñe. También transforme.
Quiero recuperar esa chispa que me dejaron algunos del pasado. Esa mirada tímida pero luminosa que decía:
“quiero saber quién eres”, no solo “quiero lo que tienes”.
Porque mi cuerpo no está para consumo. Está para escena. Y una escena, para mí, no es solo exhibirse. Es entregarse con verdad.
Gracias por leerme desde ahí.
No pongas tu cuerpo solo en manos ajenas. Ponlo también en escena.
