Tu voz no es un examen. Es un refugio con eco.
(Solo espacio para respirar)
Si estás leyendo esto, quizá te pasa algo que no suena tan raro como creías:
Hablas y, de pronto, sientes que no suenas como tú.
Te esfuerzas por sonar “bien”, pero te desgastas.
Exponerte, incluso con una simple nota de voz, te deja sin aire.
Tienes tanto que decir… que no sabes por dónde empezar.
Acompañar a otras personas a liberar su voz me ha enseñado algo:
No es la técnica lo que más bloquea. Es el juicio.
La voz interna que susurra:
“No lo estás haciendo bien”
“No es el momento”
“Así no te van a tomar en serio”
Y cuando eso pasa, todo se vuelve teatro. Pero no del bonito. Del asfixiante.
“Me voy de redes porque necesito descansar”
(y otras performances innecesarias)
Hace poco leía Cien años de mendigram de Lorena Macías, más conocida como @hazmeunafotoasi y hablaba de cómo muchas personas transforman incluso su sinceridad en espectáculo, refiriéndose a las influencers.
“Me voy de redes porque necesito descansar”, no es una mala frase.
El problema es cuando se convierte en performance que esconde el miedo a decir simplemente:
“Estoy cansada. Y ya”
Nos acostumbramos a hablar desde el control. Desde la expectativa de ser comprendidos, aplaudidos, aceptados.
Y dejamos de hablar desde lo más simple:
El cuerpo que respira mientras dice.
Hablar no es demostrar. Es permitir que algo que está dentro… se mueva hacia fuera. Sin rendir cuentas. Sin justificar. Sin hacer del descanso un escaparate.
¿Eres ketchup o mostaza?
(Sí, te lo estoy preguntando en serio)
La voz no es solo contenido. Es condimento. Es color, temperatura y textura. Y esto no es poesía barata: es fisiología y teatro.
La voz cambia cuando cambia el cuerpo.
El tono se enreda cuando no te das permiso.
El ritmo se acelera cuando entra el juicio.
Hace poco, viendo Los Simpson, me reí fuertemente al ver cómo las tarjetas roja y amarilla parecían ketchup y mostaza, debido al comentario que hizo el experto en hacer asociaciones: Homer Simpson.
Y pensé: así es la paralingüística. Todo gesto, todo tono, todo volumen… tiene sabor. La pregunta no es si dices cosas importantes. Es si las dices con un tono que sea tuyo.
Menos porno emocional. Más comunicación viva.
Hay algo que también he visto: muchos creen que, para ser escuchados, tienen que emocionar exageradamente. Como si cada historia fuera un tráiler de HBO.
Y no.
No hace falta hablar llorando para que se note que sientes.
No hace falta convertir cada frase en catarsis.
No hace falta actuar la emoción para que exista.
Lo que hace falta es una pausa.
Un gesto.
Una respiración.
Una voz que no necesita convencer. Solo estar.
Y si no sabes por dónde empezar… Te dejo algunos rituales que uso con mis alumnos para volver a la voz cuando se disfraza o se bloquea:
Frase ancla diaria
“Mi voz no exige, acompaña”
Gesto físico de anclaje
Manos al pecho. Respirar.
Decir tu nombre como si se lo dijeras a alguien que amas.
Diálogo interior honesto
“Hoy no necesito hacerlo perfecto. Solo necesito estar”
Pregunta creativa del día
¿Qué sabor tiene hoy mi voz?
No estás aquí para sonar bien. Estás aquí para sonar verdadero. Y si un día tu voz tiembla… que tiemble. No es fragilidad. Es humanidad.
Gracias por estar al otro lado. Nos seguimos leyendo.
— Álex Tersse, comunicActor
✍️Gracias por llegar hasta aquí. Si lo que has leído te ha removido, compártelo con alguien que lo necesite.
📩Puedes escribirme respondiendo directamente a este correo —me leo todo.
🌐Más sobre mí en: alextersse.com (estoy cambiando mi web, nuevos colores… ya te la mostraré)
📸Instagram: @terssealex
basado en hechos reÁlex 🎭